las zapatillas rojas

Desde que las vi en el taller del artesano una extraña atracción ejercieron sobre mi alma, un deseo irrefrenable de bailar con aquellas zapatillas rojas inundó todo mi ser. Rojo pasión, rojo sangre, un rojo como no había visto antes...aterciopelado, vibrante, ardiente.....
Todavía ocupaba un lugar secundario en la compañía, no había llegado mi gran oportunidad, aquella en la que demostrar cuanto era capaz de transmitir con mis movimientos, con mi danza. Si pudiera ponerme esas zapatillas!! Seguro que bailaría como una diosa sobre el escenario, así que supliqué al artesano que me las vendiera, y aunque el encargo era para otra persona, el hombre al ver con que insistencia suplicaba la posesión de aquellas zapatillas accedió a vendérmelas, total...ya elaboraría otras.
A partir de ese momento todo ocurrió con una rapidez asombrosa, el terrible accidente de la primera bailarina en las escaleras del teatro, el casting para encontrar otra protagonista, la energía y determinación con que interpreté la prueba y por fin....la llegada de la noche del estreno. La oportunidad que siempre había deseado, no sabia si eran los nervios o que otra razón hacia que mi cuerpo temblase como hoja al viento, mis piernas no atendían a mi control como siempre lo habían hecho, era como si siguiesen la consigna de algo desconocido que las obligaba a moverse sin obedecer a su voluntad...
Lo cierto es que desde que me probé aquellas zapatillas sentí como si algo se adhiriera a mis pies como una garra invisible que me hizo desconfiar en un primer momento, pero dada la fascinación que sentía por ellas, al instante olvidé aquellas sensaciones desconocidas....
Ya están tocando los primeros acordes de la obertura, todo el mundo se ha acercado hasta mi para desearme suerte y los nervios son lo único que me mantiene erguida en estos momentos...un, dos, tres.....VAMOS ALLÁ!!!
Todo fue con normalidad hasta que las zapatillas comenzaron a tomar control de mis pies y me obligaban a danzar sin cesar, acabó el primer acto y la música cesó pero mis pies continuaban danzando, nadie podía detenerme, entre giros y cabriolas conseguí llegar a la calle y me perdí en la oskuridad de la noche cabalgando aquellas zapatillas como si fuese una maldición...
Ya amanece, los primeros rayos de sol me encontraran en este claro del parque donde he caído exhausta, mis pies son un muñón sanguinolento después de estar toda la noche danzando sin cesar, mas bien parece que estoy poseída por un ser infernal mas que parecer aquella dulce bailarina con su tutù....mi único deseo es cerrar los ojos para siempre,descansar, y olvidar cuanto vi y sentí esta noche bailando en la oskuridad..............
Cuidaros con lo que deseáis, no hagáis de ningún objeto fetiche de vuestros anhelos pues os puede alcanzar la maldición que conmigo a jugado toda esta noche.....